miércoles, 2 de junio de 2010

MOVIMIENTO CLUBISTA Y DESARROLLO DEPORTIVO

MOVIMIENTO CLUBISTA Y DESAROLLO DEPORTIVO EN EL URUGUAY

ENSAYO

Prof. Carlos Arias Prof. Matilde Reisch
Setiembre 2003

INDICE
El Club: una institución inglesa Pag. 3

Nace el club deportivo nacional Pag. 4

La Plaza de Deportes: una institución uruguaya Pag. 5

Un sistema educativo intelectualista que favoreció
La trascendencia del clubismo Pag. 6

Un Ministerio sin ideas claras Pag. 6

La red clubista Pag. 7

Las transformaciones de los años 60 Pag. 8

¿Declinación de los clubes? Pag. 9

Perfil del club deportivo uruguayo Pag. 10

Surgen los emprendimientos privados Pag. 11

Diversidad de clubes Pag. 14

Potencialidad de la red clubista: una propuesta Pag. 14

El presente documento es la actualización de
“El Club Deportivo y el Deporte Nacional”que
fuera elaborado en la Comisión de Deportes de
la Intendencia Municipal de Montevideo, durante
la Administración Vázquez, como respaldo
doctrinario a la actuación y toma de decisiones de
su personal superior. Fue redactado por los Prof.
Carlos Arias y Matilde Reisch.


EL CLUB: UNA INSTITUCIÓN INGLESA
El deporte moderno es una institución inherente a las sociedades contemporáneas, que no serían tales sin el hecho deportivo incorporado a su composición.
La evolución de la organización social ha planteado al quehacer deportivo como una necesidad individual y social de estas comunidades. Ocurre que en la sociedad pre-industrial el tiempo de trabajo y el tiempo de recreo se confunden. La revolución industrial estableció claramente una diferencia entre el tiempo de trabajo y el tiempo de recreo. El tiempo de recreo apareció en términos de compensación.
Debió ser conquistado por los sectores sociales, que no lo usufructuaban.
El tiempo de recreo actuaría como factor desalienante y de ese tiempo, actualmente, el deporte ocupa un espacio significativo.
Valorizado como necesidad social e individual, la evolución de la organización social, ha concedido al deporte, cuando está incorporado a la educación física, el carácter de un derecho de los individuos.
El deporte existe desde la antigüedad clásica, pero el deporte moderno cargado de instituciones, parámetros organizativos, y de multiplicidad de roles nítidos y sin significación religiosa, es propio de Inglaterra, cuna de la Revolución Industrial.
Su particular evolución política la alejó tempranamente del absolutismo, con una precoz proclividad al parlamentarismo, lo que favoreció los procesos paradeportivos, a lo que coadyudó también su arraigada estirpe protestante.
El hombre juega desde que es hombre; impelido por la revolución industrial transforma el juego y el deporte primitivo en el deporte moderno. Éste va a ir sumando connotaciones a lo largo de su crecimiento y alejándose de aquellos a partir de la segunda mitad del XIX..
Los reinos británicos constituidos en imperio, penetran con su cultura en los cinco continentes difundiendo el fenómeno, que tendrá en algunos lugares mas receptividad que en otros, según sea el estado de industrialización o de organización política y social de éstos.
No habría sido posible la expansión que tuvo el fenómeno deportivo, si no llevara en sus entrañas un código de honor y un compromiso tácito previo, entre los que van a practicar sus diversas modalidades. Si no hubiera un acuerdo anticipado sobre las reglas de juego y su acatamiento entre los eventuales contendientes.
Ese sentido de la honorabilidad que hace posible la confrontación deportiva y que proviene de las lides entre caballeros de la Edad Media, fue recogida por el sportman inglés que la incorpora a la práctica deportiva con el nombre de fair play. Es un legado más de los ingleses junto a la institucionalización deportiva. Institucionalización que en general, significó una humanización de los deportes.
Una de las instituciones fundamentales de esta creación inglesa y que fuera transferido al resto del mundo, es el club.
El club, que nace en Inglaterra antes del siglo XIX, el siglo en el que aparece el deporte moderno, es una asociación de personas libremente agrupadas por intereses y objetivos comunes. El club es anterior al club deportivo Cuando aquellos intereses y objetivos son deportivos, se trata de un club deportivo.
Los primeros clubes deportivos que surgen son fundados con carácter restrictivo por los aristócratas ingleses, el Royal and Ancient Golf Club en 1754 y el Marylebone Cricket Club en 1788.

NACE EL CLUB DEPORTIVO NACIONAL

El Uruguay accede a la modernidad deportiva, adelantándose a la mayoría de las naciones del mundo, en virtud de:
• su organización política, democrática y participativa
• su legislación social de vanguardia
• su economía con períodos de prosperidad y preocupación distributiva
• su adelantado sistema educativo y de buena cobertura para la época
• sus elites intelectuales de avanzado pensamiento universalista
• su territorio fue asiento de una abrumadora correntada inmigratoria europea
• la determinante presencia inglesa en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX

Estos factores fueron los más importantes para la configuración de las bases de un precoz y singular movimiento deportivo y de un original sistema de educación física, ambos hechos también signos de modernidad.
También en el Uruguay el club deportivo nace en el siglo XIX acogiendo generosa y lúcidamente la herencia inglesa. De 1861 data el primer club inglés en el Uruguay, Montevideo Cricket Club, anunciando la modernidad general del país, y particularmente la del área deportiva.
El Uruguay se adelanta a la mayoría de los países del mundo en nacionalizar esta institución. Ya en el siglo XX, el club, que nació en los estratos mas favorecidos, y ya nacionalizado se populariza llegando a las capas mas humildes.

En el Uruguay, país de formación relativamente reciente, despoblado desde siempre, de producción agropecuaria extensiva, el valor de la tierra difería del de las encarecidas, disputadas y superpobladas comarcas europeas de principio del siglo XX.
Por eso su clase política no tuvo mayores problemas cuando tempranamente llegó la hora del deporte y hubo que ceder tierras para su práctica. Los gobiernos batllistas fueron generosos con el clubismo, alentando su desarrollo y expansión. El clubismo es gente organizada y que participa, lo que conciliaba con los propósitos del batllismo, del ciudadano participativo a través de los clubes de seccional. Decía El Día del 4 de marzo de 1913 explicando el porqué el obrero debía ser un ciudadano: “... estar en condiciones de ...ejercer sus derechos. Debe tener tiempo pues, para ilustrarse, para estudiar los problemas sociales en que tienen tanto interés como un intelectual, para ejercer ampliamente su función de hombre en una democracia de verdad”.
Con el propósito de lograr una masificación de la vida política y conseguir ciudadanos aptos para la militancia cívica el batllismo creó los clubes seccionales. Cada sección juridiccional en Montevideo, por lo menos, tenía su club que fueron un importante instrumento de concientización y participación.
Esta estrategia que Batlle tenía perfectamente organizada y materializada desde su segundo gobierno, seguramente alentó a la ciudadanía a constituirse también en clubes deportivos, contribuyendo así a esa formidable expansión que éstos van a tener en la primera mitad del siglo XX, y que va a constituir una de los rasgos característicos del paisaje urbano de Montevideo y del movimiento deportivo nacional.
A partir de los años 30, se manifiesta en la República una crisis estructural por el agotamiento del proyecto de país. También incidieron factores internacionales, y a consecuencia de ambos, de los factores exógenos y endógenos, se produce un lento desflecamiento del modelo de educación física, con asiento en las plazas de deportes, que hace erupción a fines de la década del 50.




LA PLAZA DE DEPORTES: UNA INSTITUCIÓN URUGUAYA

La creación en 1911 de la Comisión Nacional de Educación Física (CNEF), organismo rector del deporte y la educación física, fue un hecho político de vanguardia, que respondía indudablemente a un movimiento deportivo en gestación y crecimiento acelerado. Había 110 clubes en 1900, en clara demostración del proceso de popularización señalado.
La institución clave a través de la cual la CNEF desarrollará su tarea de difusión, promoción y formación deportiva, como así también de educación física será la plaza de deportes, una experiencia traída y concebida por técnicos norteamericanos, trazada en los Estados Unidos sobre una praxis inglesa y alemana con aportes recreativos americanos. Las plazas se adaptarán cómodamente a la sociedad oriental, en tanto parecen no haber funcionado en algunas ciudades de países vecinos.
Las plazas imposibilitadas por su naturaleza de acceder a la competición deportiva formal, ya que la resolución de la CNEF de 1918 les impide la competencia formal, serán uno de los motores que alimentará vigorosamente la extensión de la red clubista (mas de 1.500 clubes en Montevideo y otros tantos en el Interior, aproximadamente en los años 80). Este nivel cuantitativo clubista hace de la cantidad otra de las singularidades del movimiento deportivo del Uruguay. Conste que estas cifras corresponden a clubes registrados oficialmente. En la década del 40 y del 50 fueron muchos mas, si tenemos en cuenta los de existencia fugaz y sin constitución estatutaria.
Las plazas al no competir fueron perdiendo a los deportistas más aptos y también perdieron el “voluntariado” deportivo, el cual se volcó a los planteles directrices de los clubes, muchos de ellos hijos de las plazas, lo cual coadyuvó a la pérdida de cogestión en la plaza y facilitó la autogestión en los clubes.
A partir de los años 60, los cambios de hábitos que impone el consumismo y el marketing deportivo junto al deterioro de la función pública, y la falta de apoyo material desde un Estado cada vez más empobrecido, fueron dejando a las plazas obsoletas y prácticamente irrecuperables.


UN SISTEMA EDUCATIVO INTELECTUALISTA QUE FAVORECIO LA TRANSCENDENCIA DEL CLUBISMO

El sistema educativo que en otros países es la base de la educación física nacional y del desarrollo deportivo y también en muchos casos ocupa un espacio importante en el deporte de competición de alto nivel, no fue determinante en el Uruguay, siendo durante décadas tanto en la teoría como en la praxis educativa de perfil intelectualista. Salvo en algunas modalidades deportivas muy puntuales (atletismo, p. ej.), su contribución al movimiento deportivo fue indirecta. Alentó al deporte como postura intelectual, pero no en los hechos.
Basta como ejemplo, que el 85% o más de los liceos capitalinos carecen de instalaciones deportivas adecuadas para la práctica del deporte y la educación física, y la infraestructura deportiva del restante tiene graves problemas de mantenimiento; en primaria la situación es todavía peor en tanto se atiende precariamente el 10% de las escuelas, y las que tienen instalaciones deportivas son mínimas
En los últimos años se constata una mayor cobertura por la enseñanza privada que ha mejorado los servicios de educación física y deporte, con compromiso incluso en el deporte de alto nivel (handball, hockey sobre césped, gimnasia deportiva, rugby, etc). Esta tendencia a la privatización de la enseñanza no es propicia, desde una visión macro, para un proyecto de país, sobre todo si se tiene en cuenta la experiencia formidable de la enseñanza del hanball en la enseñanza pública.
A nivel terciario, las manifestaciones deportivas son voluntarias, de extensión exigua y no pertenecen al sistema formal. Por lo tanto se puede hablar de una educación física formalmente inexistente. La Liga Universitaria de Deportes es una vía no siempre universitaria y un instrumento no formal.
Esta actitud prescindente del sistema educativo favoreció la expansión el clubismo en el Uruguay

UN MINISTERIO SIN IDEAS CLARAS

El centralismo de la vieja CNEF, ayer necesario, es hoy inoperante y anacrónico y tuvo por víctimas los gobiernos locales, que son en el mundo los de mayor significación en el deporte comunitario. Los gobiernos locales carecen de aparato, vocación y recursos humanos y materiales para atender el área. Alcanza con mirar hacia adentro de las Intendencias para comprobar que no obstante los meritorios logros materializados recientemente, las abrumadoras carencias e insuficiencias de recursos humanos y materiales son insuperables e inducen a la aplicación de otras vías indirectas para satisfacer las necesidades deportivas de la comunidad.
Desde el agotamiento del modelo sobre la base de las Plazas de Deportes el Organismo Rector nunca tuvo ideas claras para cumplir su finalidad. Se condujo anárquicamente asistiendo precariamente tanto a sus Plazas como al sistema educativo, como a la red clubista, como al Consejo del Niño, a las Penitenciarías, y a las más diversas instituciones sociales.
Tal vez privilegió, si se puede aplicar éste término, lo que resultaba irritativo para sus cuadros docentes: al sistema de clubes y federaciones, lo que implicaba mayor retorno político.
Esta actitud del Organismo por objetivos de corto alcance y no de planificación a largo plazo de la finalidad deportiva, propició la expansión de la red clubista.


LA RED CLUBISTA

Se puede afirmar que el deporte en nuestro país, de realizaciones poco creíbles en la primera mitad del siglo XX, fue posible gracias a la existencia y acción de la red clubista. Cabe señalar aquí, que ésta red pudo expandirse por el apoyo de los gobiernos departamentales y nacionales, que intuitivamente favorecieron esta expansión.
Este consistió básicamente en la cesión de predios, inversiones en infraestructura y equipamiento y exoneraciones de tributos, aunque con carencia de planeamiento, sin exigencias de retorno y sin controles.
En caso de dar vuelta la página y anular esta opción hecha por el clubismo deportivo, habría que implementar (con dudoso resultado) y en una realidad económica que impone enormes limitaciones, con recursos humanos y materiales a las escuelas, liceos y escuelas industriales, en caso de hacer una opción por el sistema educativo. O reciclar las plazas y multiplicarlas, si se optara por ellas. Gigantesca y utópica opción que pasa por cifras siderales.
Probablemente sin intenciones de largo alcance el Estado hizo la opción por los clubes
y éstos se multiplicaron desde la potencialidad vecinal, especialmente entre los años 30 y 50, hasta convertirse en una de las características urbanas de Montevideo y configurándose en una de sus identidades. Los clubes se posicionaron como entidades dinámicas propias de una población lúcida, alfabetizada, consciente de sus derechos y de sus posibilidades como colectividad.
Por ese tiempo, los clubes, nacidos por y para la confrontación deportiva entre grupos de amigos en el esplendor de la juventud, empezaron a llevar la competición deportiva a niveles “inferiores” para poder nutrir mejor sus planteles “superiores”. Comenzó a generarse así la competición de diferentes categorías, juveniles y menores en un proceso progresivo y cada vez más específico. A partir de ese momento también fue responsabilidad de los clubes la “formación deportiva básica”, que anteriormente era espontánea e informal.
También los clubes empezaron a abrir espacios deportivos para la mujer.
El Uruguay, que ya había hecho una avanzada con la implantación de las plazas de deporte, hizo también en el primer tercio del siglo XX, en el furor de la intención estatizadora del batllismo, una transferencia intuitiva hacia el movimiento clubista.
En primer lugar, con ella contribuyó a la consolidación de la autonomía que debe tener el movimiento deportivo federado, realizando los clubes la función que no podía ni debía realizar el Estado, en materia de competición deportiva.
En segundo lugar, con esa transferencia potenció al voluntariado deportivo, del cual era un vocacional el Uruguay batllista y que será un rol social determinante. El movimiento clubista fue autogestionario por excelencia, merced a ese voluntariado.











LAS TRANSFORMACIONES DE LOS AÑOS 60

Las transformaciones profundas de los años 60 del movimiento deportivo mundial, se manifestaron en descomunales escenarios, fastuosos espectáculos, eventos de dimensión planetaria y en un profesionalismo delirante. A esto se debe agregar el impacto masificador de los modernos medios de comunicación, el acople de la publicidad y la incidencia de la poderosa industria deportiva, todo lo cual le dio al fenómeno una estatura gigantesca. El deporte marcará la sociedad el siglo XX significativamente.
Como contrapartida el deporte se empezó a despegar de lo lúdico, imponiéndose el deportista de profesión, especialista, frente al anterior ciudadano, poli deportivo que tenía el sport como una simple afición.
La revolución científico tecnológica cambió radicalmente los conceptos de infraestructura deportiva y de implementación deportiva. Las ciencias aplicadas catapultaron las performances.
La tecnología generó además nuevos deportes, y también nuevos roles deportivos asociados a esta expansión. La igualdad y la cercanía deportiva entre las naciones de la primera mitad de siglo, es pulverizada por la antinomia desarrollo-subdesarrollo. Uruguay deportivamente estaba muy próximo al primer mundo en 1930. Hoy día esa distancia con el primer mundo es insalvable.
Afirmado en el factor salud se da a nivel universal un boom de la educación física, también en los años 60. Para satisfacer esa demanda se crea un ofrecimiento sobre nuevos parámetros y técnicas e implementación mas sofisticada. Los clubes no estaban preparados para las nuevas exigencias, pero eran los únicos que podían abordar esta nueva realidad, por cuanto no había llegado al mercado la empresa privada
Los clubes de clase media y clase media alta, fueron los que respondieron a este reclamo de servicios modernos realizando ampliaciones edilicias con esa finalidad, persiguiendo en última instancia como objetivo financiar el deporte de competición.
Hubo otros clubes, que nacieron en corporaciones que también se transformaron ampliando sus instalaciones y servicios, pero sin objetivos competitivos, solo para satisfacer la demanda.
La mayor parte de los clubes, sobre todo los vecinales se vieron en dificultades para afrontar la competición de alto nivel, ya que fueron desacomodados por el profesionalismo, la sofisticación de los implementos y el equipamiento, muchas veces alentados por la prensa especializada, y los nuevos roles exigidos para el mayor rendimiento de los deportistas, que encarecieron la competición deportiva hasta niveles demenciales.
A esto se sumó la enlentecida asistencia desde el Estado, ya en pronunciada crisis, y la visión cortoplacista de los que estaban involucrados en el movimiento deportivo: jugadores, técnicos, árbitros y muchos dirigentes.
Ni el organismo rector desde sus estamentos políticos, ni sus departamentos técnicos, ni las autoridades del olimpismo nacional, establecieron políticas nacionales de deporte y educación física, considerando esta coyuntura.
No hubo un modelo sustitutivo para la educación física y el deporte nacional del que fue implementado a principios del siglo XX.





¿DECLINACIÓN DE LOS CLUBES?

Los grandes cambios en el deporte, de los 60, repercutieron en el movimiento clubísta uruguayo, constatándose:

1) La lamentable disolución de muchos clubes por inviabilidad económica, los cuales cuando se disuelven son irrecuperables.
2) Desacertadas políticas de fusión, que por lo general constituyeron lisa y llanamente una absorción, y por lo tanto, la virtual desaparición de uno de los fusionados. Estas políticas fueron alentadas muchas veces desde la prensa, que visualizó el problema desde el deporte espectáculo y no desde la masividad deportiva o la acción comunitaria.
3) Pérdida de dinámica institucional (en muchos casos hasta la casi parálisis), que llevaron a algunas instituciones a no cumplir con sus finalidades, transformándose a veces en simples servicios de cantina y ganándose por tal razón, enemigos en el ambiente deportivo.
4) Algunos de los clubes, en su mayoría de origen vecinal, se transformaron en complejos deportivos de calidad y volumen diverso, sobre todo los que estaban implantados en los barrios de clase media en general. Las razones de esta transformación fueron: * las presiones de los asociados sobre los staff directrices, impulsados por la demanda generada por el boom del ejercicio físico como factor de salud y recreo * la necesidad de financiar las crecientes exigencias económicas de los planteles de competencia y de la organización deportiva federada, con la venta de servicios deportivos y de educación física
5) Hubo clubes que mantuvieron parte de su naturaleza vecinal y autogestionaria y desde esa condición mejoraron las instalaciones, aunque fueron éstas las que requería el deporte de competición, con muy pocas aperturas a otros servicios. Esas mejoras de infraestructura y también de performance deportiva (porque debieron mejorar sus planteles) se debieron a los apoyos aportados por mecenazgo y sponsorización. Ni el mecenazgo ni la sponsorización dan garantías para el desarrollo deportivo por su carácter fluctuante, discontinuo y están ausente cuanto mas se necesitan, que son los periodos de economía retraída.


El personal técnico de la CNEF, determinante en la formación de opinión y también en las tomas de decisión, fue indiferentes a este deterioro del clubismo. Formado profesionalmente desde la ajenidad hacia los clubes deportivos, engendró un prejuicio hacia los mismos.
Esos técnicos y docentes integrados a la función pública y dedicados a ella casi exclusivamente hasta los años 60, ya que en el mercado privado había pocas opciones, incluso en el deporte de competición, no percibieron con claridad la función social y deportiva de los clubes, así como su importancia laboral desde el punto de vista corporativo, sobre todo los que empezaron a brindar servicios.
Los clubes deportivos fueron para aquellos docentes y técnicos “instituciones privadas”, no obstante su indudable espíritu abierto y francamente comunitario de la inmensa mayoría. Aquellos docentes estimaron que los clubes fueron favorecidos con prebendas del Estado, en detrimento de las dependencias oficiales.
Los clubes obtuvieron esos privilegios por cuanto eran liderados por un voluntariado dinámico, y que además era representativo de comunidades con significación electoral: los docentes de las plazas en cambio, respondían a una estructura jerárquica y no podían por tanto, llegar personal y directamente a las cúspides políticas. No tenían por otra parte significación electoral.
De esta manera los clubes, devinieron en enemigos de las plazas de deporte, para el personal histórico de la CNEF en general.



PERFIL DEL CLUB DEPORTIVO URUGUAYO

• Es la célula fundamental del formidable y complejo tejido, que es la organización deportivo-institucional del país.
• No tienen fines de lucro. El plus de los ingresos se revierte en obras, servicios y asistencia de los planteles de competición.
• En su gestación y en su autodesenvolvimiento fue y es determinante la acción del voluntariado, generalmente vecino del lugar donde el club está implantado.
• Son bienes colectivos, sobre los que tienen poder de decisión todos los que reúnen la condición de socios.
• Son plurales por principio; en ellos no se discrimina ni por ideas ni por diferencias étnicas o religiosas ni por condición social.
• Si bien les cabe jurídicamente el calificativo “instituciones privadas”, no tienen las connotaciones restrictivas que habitualmente se atribuye a éstas.
• Revisten distintos orígenes: algunos en colectividades extranjeras, otro fueron la expresión corporativa de algunos grupos sociales (sindicatos, grupos estudiantiles, etc.) otros, los más, nacieron en los barrios de las ciudades del Uruguay y se transformaron en centros de acción comunitaria, trascendiendo el quehacer deportivo para extenderse a otras áreas, sociales y/o culturales.
• Los clubes cuando son la expresión del vecindario de alguna manera lo representan, y se convierten en emblema de ese barrio. El club de esa forma se constituye en un factor de identidad, con todos los componentes afectivos que eso implica, de una zona de la ciudad que dispone de una red formal e informal de vínculos entre los vecinos, que la diferencian. Cada barrio es física y espiritualmente diferente de otro y algunos clubes, expresan con su simbología, esas diferencias.
• Fueron, son y pueden serlo más todavía, si se los potenciara, poderosos agentes de socialización por los valores que preconizan y por el sentido de pertenencia que generan. Hicieron suya la reserva ética del deporte, el fair play, que es desde una macroperspectiva, la cultura de los derechos y los deberes de los ciudadanos.
• Por su relacionamiento están constituidos en red. Con un reciclamiento y puesta a punto y posible extensión de la red clubística, ésta puede constituirse en un baluarte esencial contra la marginación social y otras patologías sociales (drogadicción, violencia, disolución de la familia, etc.).
• Se constituyeron junto a otras instituciones en “escuelas de civismo”, por su funcionamiento democrático, legado por las instituciones inglesas y que propició y consolidó el patrón estatutario que exigió el Ministerio de Cultura..
• Los clubes se han transformado en importantes fuentes laborales, cuando la desocupación del país ha llegado a límites nunca alcanzados (mas del 20%). Ya sea en su faz competitiva, por cuanto el deporte de competencia en su evolución ha creado muchas funciones rentadas; como en su faz socio-deportivo, por la multiplicación de instalaciones y servicios rentados. Muchos clubes, en el medio nacional, son equiparables a grandes empresas, por el volumen del personal que ocupan.
• El deporte espectáculo en el Uruguay, está asegurado fundamentalmente por los clubes deportivos Los eventos deportivos que protagonizan constituyen parte del recreo de los habitantes. Puede hablarse de colapso social en caso de desaparición abrupta de estas entidades.
• La existencia de los clubes permitió la inserción del país en el movimiento deportivo internacional. Esa inserción ha permitido, desde sus inicios el reconocimiento del país como un adelantado en el concierto de las naciones. Las conquistas deportivas de algunos clubes son patrimonio cultural-espiritual de la nación.
• En el patrimonio del movimiento clubístico, la sociedad tanto desde lo público como desde lo privado hizo una inversión material considerable. Cualquier plan de la recuperación de la educación física y el deporte nacional, pasa por el uso de esos bienes de infraestructura.




SURGEN LOS EMPRENDIMIENTOS PRIVADOS

La transformaciones del deporte que se dieron a nivel mundial a partir de los 60 fueron un impacto que desestabilizó a la red de pequeños clubes del Uruguay. Muchas veces contribuyeron a esa desestabilización, los usufructuarios de esos clubes (jugadores, árbitros, dirigentes, etc.).
Como se ha dicho, algunos clubes se expandieron en materia edilicia, a partir esos años, aumentaron considerablemente en volumen de socios y diversidad de servicios, manteniendo las dos finalidades paralelas, prestando una servicio a la otra: la competición, y prestación de servicios. Esos clubes intentaron el aprovechamiento de las nuevas ondas impuestas por el consumismo y el marketing deportivos.
Durante un par de décadas les fue bien a estas instituciones atendiendo esta finalidad.
Lógicamente esta política tenía que resentir los servicios, dejaron de ser competitivos en un mercado donde apareció la empresa privada
Se les acusa de fallas en la gestión, y las hubo, como las que sobrevienen en la administración de una empresa de 100 o más empleados, frente a sus competidoras, generalmente empresas familiares. Entre los errores cometidos pueden señalarse, aparte de la pérdida de calidad, el procurar una diversidad mayúscula tratando de atender la demanda del mercado que a veces no era tal; a nivel de los servicios estos adquirieron una diversidad mayúscula atendiendo la demanda de los asociados y a nivel de competición, se ingreso en el espiral inflacionario del deporte ultraprofesional y cuando no, se abrieron otras opciones competitivas agravando el problema financiero.
Hoy se sostiene la inviabilidad de esos clubes atribuyéndoles su “caída” a problemas de gestión de su conducción superior. Tal vez el tema merecería una investigación mayor, para explicar el deterioro de sus ofrecimientos.
El abastecimiento al deporte de competición cada vez mas inflado, desequilibró cuota social – servicios, por la cual la cuota social se fue haciendo inaccesible a la clase media. Percibiendo esta situación se constata fuertes tendencias en las masas sociales para prescindir del deporte de competición, buscando viabilidad lo que no sería positivo para el país
Las autoridades del deporte no supieron racionalizar y moderar ese frenesí (bien intencionado aunque caótico) de intereses. Debieron privilegiar ciertas ideas fuerza (y ciertos deportes y ciertos clubes) para evitar la dispersión de los recursos y esfuerzos tanto públicos como privados.
Por otra parte, agravando la situación, se registra un mal manejo del concepto de contrapartida desde las autoridades locales. El concepto de contrapartida debe responder a políticas nacionales de deporte y nunca hacer peligrar la subsistencia de los propios clubes. Por el contrario deben tener una actitud de apoyo hacia los mismos.
A los clubes, finalmente les ha salido al cruce otro adversario a sus propuestas. Estas son las nuevas corrientes deportivas, a veces asociadas a la naturaleza, casi siempre de corte individualista . También hay acciones colectivas pero que prescinden de las instalaciones y la formalidad de los clubes.
Los planteles competitivos afectaron de dos maneras los servicios de educación física de los clubes:
1) quedándose con parte importante del plus de los ingresos del club, destinado primariamente para mantenimiento y mejora de los servicios
2) usando para los entrenamientos las mejores instalaciones en los horarios mas requeridos por los asociados
Estos clubes vendedores de servicios afectados en el funcionamiento de los mismos, por las necesidades del deporte de competición, recibieron también el impacto de otros factores:
1) Su equipo directriz honorario se vio superado por la nueva realidad, por cuanto el club vecinal se transformó en un complejo deportivo, en esos casos, con muchos funcionarios, en un mercado cada vez más dinámico. Ese equipo directriz además, integrado generalmente por empresarios y profesionales que aplicaban criterios empresariales severos en sus respectivos ámbitos laborales, actuaban con laxitud de sportmen en la conducción de estas instituciones.
2) Su personal rentado en el nivel operativo, hizo generalmente con sentido corporativo, un desacertado análisis clasista, de los problemas de estas instituciones y actuó durante los conflictos en consecuencia con este criterio. Esta visión que es polémica y que proyectaron sobre la problemática interna de los clubes, resulta inaplicable como esquema interpretativo de los conflictos laborales. A partir de este análisis, los dirigentes de los clubes resultaron siempre la “patronal”, expresión usada por el movimiento sindical en ámbitos privados, cuando los directorios de las empresas, en el esplendor de la industria manufacturera en el Uruguay se oponían a los intereses de los trabajadores, planteando claramente un conflicto de clases.
3) Su personal rentado superior actuó empírica y pragmáticamente en la gestión comercial de estas instituciones, recurriendo –no siempre- a apoyos teóricos autodidácticos.
A todos estos aspectos negativos de la operativa de tales clubes, se debe agregar otro que también afectó su competitividad comercial.
Este otro aspecto a agregar, pertenece a la naturaleza misma de los clubes deportivos, y aún cuando afecta la eficacia de los servicios, es enaltecedor de la acción y los fines del club.
Los clubes deportivos funcionan con órganos colectivos y deliberativos en su parte directriz. Estos órganos coexisten con personal rentado que funciona con líneas de mando vertical.
Estas determinaciones colectivas y muy discutidas, “burocratizadas” por el volumen de la institución implicó un enlentecimiento en la toma de decisiones y una “ pesadez” institucional, que llegó a veces hasta la irresolución..
Estas debilidades de los clubes los colocaban en desventaja para una confrontación comercial con la empresa privada, mucho mas presta y alerta a los cambios del mercado.
La empresa privada descubrió un nicho de ese mercado, que era insatisfactoriamente atendido por tales clubes
La empresa privada aborda el mercado con criterios eficientistas, con legítimos objetivos de lucro, pero sin la nobleza inherente a la misión clubística. Tampoco hicieron una contribución directa al movimiento deportivo –no les corresponde-, que es la razón de ser de los clubes, y que constituye una necesidad para el país sine-qua-non.
Fue en la década de los ochenta que se constata esta irrupción, generalmente protagonizada por microempresas o empresas familiares que en general hicieron inversiones en equipamiento, a veces sofisticados, aunque no en infraestructura, que fue y es abrumadoramente patrimonio de los clubes.
Descubierta la veta provocada por los servicios de educación física, los emprendimientos privados se ajustaron mejor al consumismo, en materia
de educación física. En general han sido mas eficientes que los servicios brindados por los clubes porque

1) La mayoría son atendidas por los propios dueños
2) No realizan grandes inversión en infraestructura, sino se juegan al equipamiento, lo que reduce los gastos
3) No tienen la doble tarea de aportar al deporte de competición
4) Se adecuaron rápidamente a las demandas del mercado
5) Se distribuyeron rápidamente en la zona urbana con capacidad de consumo
6) La finalidad de éstas es el lucro, que es legítimo, y también es una motivación importante.
7) La finalidad del club deportivo es más enaltecedora.
8) Los propietarios en general tienen menos consideración con los fueros profesionales y las leyes laborales

DIVERSIDAD DE LOS CLUBES

Las asociaciones, generalmente de origen voluntario varían ampliamente en cuanto a su tamaño, intereses, actividades y formas de organización.
Esa variedad manifiesta el grado de modernización y racionalización alcanzado por la sociedad que las incluye.
El proceso de institucionalización de algunas asociaciones (en nuestro caso los clubes), puede tener respaldo jurídico o no. En nuestro país, cuando lo tiene, es porque el Ministerio de Cultura le otorgó personería jurídica, o sea que aprobó sus estatutos y está registrado y homologado como un club deportivo, en la dependencia correspondiente de ese Ministerio. Este está facultado para intervenir dichas instituciones en el caso del incumplimiento de sus estatutos.
Jurídicamente son asociaciones civiles sin fines de lucro. El plus de los ingresos se revierte en obras, servicios y asistencia a los planteles de competición.
La red clubista nacional no es homogénea. Los clubes siempre tienen diferencias entre si, por mas que tengan un sustrato común esencial. Esas diferencias son las que hacen a la identidad y al sentido de pertenencia.
Pueden clasificarse de diferentes maneras según las variables que se utilicen, siendo las más usuales:

1) Estrato social predominante
2) Extensión del área deportiva
3) Volumen de socios
4) Si brinda servicios de educación física a los socios
5) Si es mono o polideportivo
6) Por modalidad de competición
7) Por el origen, pude ser vecinal, gremial, empresarial, por colectividad extranjera, por grupo de aficionados o de interés
8) Por la antigüedad
9) Por las realizaciones deportivas




POTENCIALIDAD DE LA RED CLUBISTICA: UNA PROPUESTA


Decía el español Fernando Paris Roche (*) “Uruguay tiene una gran capacidad y tradición asociativa que redunda positivamente en el mundo del deporte. Se estima que en el país existen unos 2.700 clubes, uni y polideportivos, lo cual representa uno de los pilares mas sólidos para el desarrollo del deporte en el presente y en el futuro. Clubes que están muy orientados hacia lo que se denomina el “deporte de competencia”, pero que podrían jugar también un papel destacado en el “deporte para todos”, clubes que se mantienen, fundamentalmente, por el capital humano que supone el trabajo desinteresado de miles de voluntarios...”
“...Hay que tener en cuenta, sobretodo la gran importancia que tiene el movimiento asociativo de pequeños clubes barriales y vecinales (son así el 98% de los clubes) que son la base de muchas disciplinas deportivas...”
París Roche dice en ese trabajo “Hay un documento muy interesante titulado El Club Deportivo y el Deporte Nacional que no tiene referencia de autor ni fecha...” Se lamenta luego el asesor español de no saber su procedencia.
El trabajo al que alude es al presente y que fuera elaborado por los abajo firmantes.

Si la red clubista tuviera un reciclamiento y adecuación a los nuevos tiempos, sería un valioso instrumento para los cambios de la realidad deportiva nacional, ya sea en el deporte de competición, como en el deporte formativo y en el deporte recreo-salud, como también en otras realidades, relacionadas con patologías sociales como se ha dicho.
La red puede tener interesantes proyecciones tanto deportivas como extradeportivas,
esto implicaría un reconocimiento de la red y una inversión planificada en la misma.

Lo que si es claro, es que no se puede prescindir de la red en un plan nacional del deporte y la educación física, por la inversión que efectuó la sociedad en la misma en el siglo pasado.
La red podría ser la base administrativa, técnica y operativa, en principio, de los servicios de educación física de la enseñanza media pública. Se trata aquí de profundizar los viejos convenios.
La profundización implicaría un mayor compromiso del Estado con el club deportivo y una actitud de grandeza desprejuiciada de los actuales docentes, que de alguna forma pasarían a integrarse al plantel de recursos humanos de los propios clubes.
El alumno de la enseñanza media se convertiría de alguna manera en socio del club, con todos los derechos.
La red debería extenderse y adecuarse sobre todo en los barrios de la periferia, que en general son zonas de clubes sin trayectoria y sin instalaciones, o bien carentes de ellos.
Dicha inversión debería efectuarse sobre el principio “desigualar para igualar” lo que quiere decir invertir mas en la parte existente de la red, o en la proyectada ampliación de la misma, que corresponde a las zonas carenciadas, y menos inversión en las zonas no carenciadas, correspondientes a los sectores sociales mas favorecidos.

Esta fórmula posibilitaría lo que hoy no ha sido resuelto por descoordinación entre los componentes del sistema, el pasaje desde el sistema educativo a la competición deportiva federada, asegurando la carrera deportiva de los jóvenes mas aptos y la educación física permanente de los demás, del deporte salud y del deporte recreo.
La red clubista adecuada y extendida hacia las zonas marginales podría ser un instrumento formidable cono agente socializador en la lucha contra la marginalidad.
Todo esto implicaría una potencialización de los clubes deportivos contrarrestando su actual desajuste.
La aplicación de esta propuesta, muy general y carente de los necesarios afinamientos, implicaría una coordinación permanente y estrecha entre las autoridades de la enseñanza (políticas y técnicas), y las autoridades de los clubes las que serían beneficiadas con estas medidas. La coordinación no debería implicar una pérdida de la autonomía de los clubes.
La coordinación sería posible si se efectúa sobre la base de políticas nacionales de deporte y educación física

Con estas medidas, el club deportivo ratifica su condición de institución fundamental del deporte de competición -que es parte del ser nacional- optimizando los niveles competitivos del deporte del país. Especialmente del deporte de base y seguramente con los mencionados ajustes, el instrumento para hacer posible el deporte educación, el deporte salud y el deporte recreo que requiere la sociedad uruguaya, y muchos programas sociales, de carácter general.
La adecuación de la red implicaría una racionalización de lo que actualmente invierte el Ministerio de Obras Públicas en el rubro y los insumos de personal docente provendrían de la Enseñanza Media Oficial
De esto resultaría una positiva simbiosis entre el club y el liceo, entre sus autoridades y sus respectivos personales.



(*) El Prof. Fernando Paris Roche coordinó la Ley Española de Deportes, y fue contratado como asesor por el Presidente de la CNEF, Julio César Maglione, durante su último ejercicio de gobierno (1995 – 2000). en su trabajo El Deporte en Uruguay. Diagnóstico y recomendaciones para su modernización
Tomado de la Revista Nexo Sport de setiembre de 2001

REFERENCIAS:
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2. Blanco, Raúl. Educación Física , un panorama de historia. Montevideo

3. Castellanos, Alfredo Historia del desarrollo urbano de Montevideo.

4. Corradino, Pedro A.. Historia y Finalidad de la ACJ. Departamento Educacional. ACJ. Montevideo 1976.

5. Muzzetti, José – Eduardo Gutierrez Cortinas. Historia del Deporte en el Uruguay 1830 – 1900. Montevideo, 1965.

6. Odome, Cronología comparada

7. Rodriguez, J.J. Reseña de la Historia de la Educación Física y la Recreación en el Uruguay. Folleto. Montevideo, 1952

8. Sociedad de Gimnasia L’Avenir Revista de los 100 Años

9. Valeta, Antonio Deportes uruguayos. Editorial Higiene y salud. Montevideo, 1941

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